El panorama televisivo argentino no parece mejorar, ya que sigue presentando programas carentes de ideas y originalidad. Es el caso de Los 8 escalones, un programa de preguntas y respuestas que se sostiene únicamente por la figura del conductor Guido Kaczka, ya que carece de cualquier otro argumento sólido que pueda justificar su permanencia en la pantalla.
Este programa, que se ha convertido en un clásico del prime time de El Trece, no ofrece nada nuevo al espectador. La participación de las familias desde sus hogares puede resultar divertida, pero no es suficiente para justificar un formato que se remonta a los inicios de la televisión. Además, los jurados rotativos no son más que un intento de refrescar una dinámica que, en el fondo, sigue siendo la misma.
El programa ha conseguido enganchar al público gracias a la figura de Guido Kaczka, quien ha sabido imprimir su estilo inconfundible. Pero, ¿qué hay detrás de ese estilo? ¿Qué aporta realmente Guido al programa, aparte de su presencia? Parece que muy poco.
Recientemente, Guido realizó un anuncio que, en vez de sorprender, resulta más de lo mismo: a partir del 10 de abril, el ganador del programa se llevará 3 millones de pesos. ¿Es eso todo lo que pueden ofrecer a su audiencia? ¿Es esa la única manera que tienen de mantener el interés del público?
Además, resulta bastante cuestionable que el conductor apenas aparezca en pantalla, ya que eso implica que su presencia en el programa es mínima y, por tanto, su aporte también lo es. Es difícil saber si realmente se trata de un conductor talentoso o si simplemente es una figura mediática que se sostiene gracias al programa.
En conclusión, Los 8 escalones es un programa más de lo mismo, que se apoya únicamente en la figura de su conductor. Guido Kaczka, por su parte, parece tener poco que aportar al programa y su estilo imperceptible deja en duda su verdadero talento. En lugar de ofrecer algo nuevo y refrescante, el programa recurre a incrementar el monto del cheque para el ganador como una forma de mantener la atención de la audiencia. Resulta triste que la televisión argentina siga sin ser capaz de ofrecer algo más que programas vacíos y sin sustancia.
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